Un
bestiario es un
libro medieval que es una colección de descripciones breves de diversos
animales reales e imaginarios, e incluso rocas y demás, que venían acompañadas de una explicación moralizante. Esto reflejaba la creencia de que el propio mundo era literalmente la Palabra de Dios, y que, por tanto, todo ser vivo tenía un sentido especial. Por ejemplo, el
pelícano, del que se creía que se abría el pecho para alumbrar a sus crías con su propia sangre, era una representación viva de
Jesucristo. Este simbolismo era bien conocido en aquella época: los animales dibujados en los
cuadros religiosos no sólo eran animales, sino que simbolizaban algo en el cuadro. Los animales de los
bestiarios también se encuentran en las
esculturas de las iglesias, donde las imágenes familiares recordaban al observador la historia y el significado
alegórico.